En el marco de la cátedra Historia del Teatro II, a cargo de la Prof. Karina Madariaga, los alumnos Alejandra Chames y Germán Aguirre Pucheta realizaron un trabajo de re lectura de la obra de Cossa «El Viejo Criado», relacionando conceptos y observando la muestra expuesta en Andén 501.
Esta actividad se encuadra en la figura del Café como un “extraño país”, donde los argentinos no se reconocen, o toman la decisión de fracasar, para quienes el vivir se conforma esencialmente de partidas y regresos. Personas en movimiento, movilizarse, los ecos que llegan de afuera
A continuación compartimos los textos logrados:
Letras de Café
Recorro los salones de la vieja estación persiguiendo el aroma de esa infusión tan preciada por mí en ese momento. Saludo a Daniel, cafetero irreverente, sabio de la calle y de la vida; le pido un cortado. La magia se gesta… sonido del molinillo, golpeteos, tintineos y el vapor que traspasa los granos molidos convirtiéndolos en la bebida esperada. La leche espumosa le da el toque cremoso y una cucharada de azúcar para completar.
“Humedad…Llovizna y frío…Mi aliento empaña el vidrio azul del viejo bar…”
Busco un lugar, me siento, tomo mi primer sorbo… La magia se cumple. Soy testigo de lo que ocurre: el café convive con el arte, artistas que preparan su muestra en esta ahora Galería de Arte, pero ya hay estudiantes y profesores que admiran las obras. ¡Es escuela también! Shakespeare en una charla, jarrones, perdón…contenedores quise decir, piernas, y charlas de profesores.
“Café La Humedad, billar y reunión…Sábado con trampas… ¡Qué linda función!”
Vieja estación de tren, escuela, Galería de Arte y el café que hace el hechizo… En otros tiempos espera de una persona querida que llega luego de un largo viaje, ahora la llegada de estos artistas a exponer sus obras.
Escritores pensadores, trabajadores transeúntes, los que observan y son observados.
Germán Aguirre Pucheta
Hoy, después de tanto tiempo te veo.
“Como una escuela de todas las cosas…”
Enrique Santos Discépolo
Allí donde la ciudad cae a plomo al Yaguarón, y la bruma como un lienzo en blanco esconde la otra orilla.
Allí donde los muros aún esconden voces apuradas, risas de bienvenidas y llantos de adioses… a lo lejos se oye el silbato afónico de un tren fantasma.
Una silla vacía espera a alguien que debe cerrar el círculo de encuentro; una mesa demasiado pequeña alberga tres pocillos de café y al mismo tiempo algunos libros, bolígrafos y uno que otro celular desbordando de ideas, de palabras, de voces propias y sonidos ajenos, marca la frontera entre lo banal y la bohemia.
A un costado el importante mostrador de vetusta madera impone su presencia, las cucharas inundan el aire con el tintineo de sus giros contra las paredes de las ajadas porcelanas. Vapor, olor a café recién hecho, diálogos poco comprometidos pero simpáticos… un cortado en jarrita y dos medialunas. Cada tanto un chiste, risas… la opinión de algún que otro filósofo de cafetín que vuelca anonadadamente su ideología como sacudiendo un cajón de recuerdos, que terminan sacudiéndolo a él.
Al otro lado el movimiento es constante, gente que va y viene, se detiene , contempla o simplemente pasa … imposible no ver, no sentirse provocado, invadido visualmente por lo que ahí se encuentra : esculturas por doquier chorrean de las paredes o se yerguen triunfantes como gritando : “¡MIRENME! YO SOY HIJA DE LAS MANOS DE…JOSÉ…LORENA…VIRGINIA…HÉCTOR…GABRIELA!”…Contenedores pétreos…procesiones de pueblos en soledad…torso desmembrado.
Aquí las voces hablan de técnicas, sentimientos, pasiones que cinco pares de manos modelaron amorosamente como la naturaleza misma modela al hijo en el cálido útero maternal.
De pronto alguien borra ese límite efímero entre el sabor del trato diario y la abstracción de las pasiones… inocente invasión descarada: un artista hace cumbre en uno de los taburetes de la poblada cafetería…y un cliente arrabalero se escabulle entre las piezas de arte improvisando el papel de algún célebre crítico.
Todo puede suceder hoy en el Andén 501.
Alejandra F. Chames
Profesorado de Teatro